El declive de los Survival Horror

Aún recuerdo con cariño los triples mortales que hacía en el sofá mientras disfrutaba de mi primer juego del género Survival Horror, Resident Evil 2. A la tierna edad de once años ahí estaba yo, con la enclenque y sosa Claire Redfield dispuesta a enfrentarme a hordas de zombies y criaturas dignas de las más rebuscadas películas de serie B, pagando todos y cada uno de los sustos con el mando que siempre terminaba volando frente al televisor, como si en vez de un susto me hubiesen soltado una descarga eléctrica (creo que mis desordenes menstruales vienen por tales oleadas de sustos durante mis primeros periodos).

¡FOTO TUENTI!

Después y encandilada con la idea de pasar auténtico TERROR disfrutando de mi hobbie favorito que por aquellos entonces ya eran los videojuegos llegó a mis manos Silent Hill. Esta vez el terror sabía distinto, era  agobiante y frío a diferencia de la tensa atmósfera que caracterizaba a Resident Evil, de ahí que cualquier entendido del género te dijese por aquellos entonces que eran títulos incomparables a pesar de pertenecer al mismo género.

Silent Hill se convirtió así prácticamente en una leyenda urbana entre la gente de mi edad, recuerdo que se referían a él como "un juego de PlayStation que da tantísimo miedo que nadie se lo ha conseguido pasar" (para aquellos entonces yo ya había visto hasta el final OVNI, pero nadie me creía). Terminé totalmente enamorada del pintoresco pueblo situado junto al lago Toluca y también pasé varios años traumatizada con la idea de abrir una taquilla.

¡Oh dios mío!, ¡ES CARMEN PORTER!.

Se fueron sucediendo las secuelas, que ofrecían más de lo mismo pero indagando en la historia, dándonos lo que queríamos con cuentagotas y respetando el espíritu original de cada saga mientras nos regalaban los ojos con el paso a la siguiente generación de consolas y consiguiente mejora gráfica. Llegaba entonces Silent Hill 2 y 3 que no hicieron si no rizar el rizo y alzar el nombre de la saga por todo lo alto, la red se inundó de fansites (¿alguien se acuerda del célebre blog Colina Silenciosa?) y ya nadie dudaba de que el simple nombre de "Silent Hill" era sinónimo de calidad.

Además en esta época aparecieron otros dos títulos de gran calidad que nos ofrecieron en el mundo de los videojuegos por primera vez el género de terror japones, Project Zero (Fatal Frame) y su secuela. Tanto su primera como segunda parte me hicieron sudar durante horas el mando, y es que a la estética japonesa había que añadirle su jugabilidad, ya que como única arma para enfrentarnos al terror teníamos una polvorienta cámara (Fantasmagram).

Encuadrar... enfocME CAGO EN SU PUTA MADRE!!

Pero con Resident Evil la historia fue bien distinta. A pesar de que seguía ganando puntos gracias a su envolvente argumento tras "Code: Veronica" Capcom se zambulló en Resident Evil 4, y esta fue la primera señal del Apocalipsis que iba a acontecer. De enfrentarnos a unos zombies aparentemente inofensivos por su velocidad a la hora de deambular pero que igualmente siempre conseguían ponernos contra las cuerdas pasamos a luchar contra Beliebers mugrientas correteando por un mapa, convirtiendo el juego en un título de acción más que otra cosa.

Silent Hill continuó su buena andadura hasta la tercera entrega (la cual para muchos fue la más épica, sobretodo para los que descubrieron la conexión con el primer título), para ofrecernos después un cuarto título que a más de uno le hizo fruncir el ceño, en el que arriesgaron tanto añadiendo novedades argumentales y de jugabilidad que terminó por perder gran parte de la identidad de la saga. Aun así hay que decir que como juego de terror no se puede llevar otro calificativo que sobresaliente, aunque sin llegar a hacer sombra a los ya existentes.

Monstruación.

Siguiendo con Resident Evil llegamos a la quinta entrega donde creo que los guionistas y directiva empezaron a comprar drogas en el mismo camello que yo. Si los zombies enfurecidos de Resident Evil 4 ya convencieron poco esta vez viajamos hasta África para enfrentarnos a poblados que parecían víctimas de un ataque de histeria colectiva más que de un virus. Sinceramente, a Resident Evil 5 no he jugado mucho más de un par de horas, la decepción me pudo.

¡Por que esto es África!.

Respecto a Silent Hill la saga sufrió el efecto "Kingdom Hearts", o lo que es lo mismo, empezar a sacar versiones de dudosa calidad para portátiles, spin-offs y remakes en lugar de intentar retomar las riendas volviendo a los orígenes para sacar un título que haga reunirse a todos los fans de nuevo frente al televisor del salón sintiendo los latidos en las sienes.

Pero poco tardé en buscar consuelo en los juegos de PC, allí estaban apareciendo varios títulos como Bioshock, Doom 3 o F.E.A.R. que aunque no eran Survival Horrors de pura cepa y tenían más de shooters que de otra cosa, consiguieron camelarme. Sobretodo F.E.A.R., y es que al final terminé cogiendo cariño a la prima de la niña de La Señal (The Ring) llamada Alma, me lo pasaba pipa repasando su árbol genealógico y cagándome en cada rama cada vez que me daba un susto.

Alma después de F.E.A.R.

¿Y qué hay del panorama actual?, pues parece que nos tendremos que conformar con "Amnesia" y "Slender" hasta nuevo aviso ya que de las principales desarrolladoras sólo parece despuntar levemente "Dead Space". Las grandes sagas siguen sin levantar cabeza y tampoco se ven títulos que prometan más allá de una buena campaña viral.

Para terminar diré que de todos los juegos que he jugado este último año con el que más sustos me he llevado ha sido con Minecraft... ¡malditos Creepers de satán!.

Pánico es poco...